“Cuentan que una vez un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena mientras pensaba:
- Si tuviera un coche nuevo, sería feliz.
- Si tuviera una casa grande, sería feliz.
- Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz.
- Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz.
En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía: “Sería feliz si tuviera…”
Así lo hizo hasta que solamente quedaba una piedrita en la bolsa, la cual guardó. Al llegar a su casa se dio cuenta de que aquella piedrita era un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuantos diamantes arrojó al mar sin detenerse y apreciarlos?”
¿Cuántos de nosotros y de nosotras arrojamos nuestros preciosos tesoros por estar esperando lo que creemos perfecto o soñado y deseando lo que no se tiene, sin darle valor a lo que tenemos a nuestro alrededor?
Como suelo decir en las formaciones de mindfulness, nuestra mente divaga tanto entre el pasado y el futuro que pocas veces recala en el momento presente. Nuestra felicidad parece depender a menudo de lo que no soy, de lo que no tengo, de lo que me falta… casi siempre está asociada a un tiempo futuro. El “seré feliz cuando….”.
Pero no nos damos cuenta, de que si no podemos ser felices aquí y ahora, no lo seremos jamás. Estamos viviendo tiempos difíciles y desafiantes en esta crisis provocada por el coronavirus. Nos enfrentamos a problemas diversos, cada persona con los suyos propios, y eso está ahí.
Pero a pesar de todo, quizás no estamos siendo conscientes de lo que hay en nosotros y en nosotras y a nuestro alrededor. Si pudiéramos conectar con el presente, quizás nos demos cuenta de todo lo que ya somos, de todo lo que ya tenemos… podemos llegar a sentirnos afortunados y afortunadas. Podemos observar todo lo que, más allá de lo que “no tengo” o “no soy”, ya poseo o ya está en mí. ¿Vas a recordar el Cuento de las Piedritas?.
Hay oportunidades para conectarnos con esa presencia, con la gratitud y la felicidad. Algo que está a nuestro alcance. Incluso en tiempos del cononavirus, cada uno de nuestros días es un diamante precioso, valioso e irreemplazable. Estamos con vida y la vida hay que vivirla.
Un día en el que amar o sentirme amado o amada. Un día en el aprender, compartir, experimentar, descubrir…
Si lanzamos nuestros diamantes al mar, quizás nunca los recuperemos.
Te deseo mucha salud y felicidad.
Mª Pilar Biota
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